22 jul 2010

Caminaba por el bosque,
Perdido sin saber a donde me dirigía…,
El sendero de temores me guiaba –inseguro-,
Llegue a orillas de un río 
Y los sauces acariciaban sus apacibles aguas,
En su superficie las flores y ramajes
Perdidos navegan elegantemente. 

-La percusión de un riachuelo entumía mi ser,
una voz dulce me llamaba.-

Ella estaba ahí, esperándome;
Su piel azulina me quiso enloquecer
Pero mis labios fueron más fríos aun…
Lucia tan bella que nunca la aurora tuvo tanto esplendor ante mis ojos,
Y me tendí sobre su cuerpo inerte,
Sentí su alma entrando en mi,
Sus caricias en cada poro de mi cuerpo,
En cada uno de mis palpitares,
Palpitares que cada segundo que la amaba se iban alejando más;
-de una forma descontrolada de mis ojos brotaron lágrimas que se fueron convirtiendo en cristales.-
Y de apoco mi vida se fue consumiendo,
Y su pecho comenzó a palpitar…
Sus brazos me rodearon 
y su canto fue tan hermoso que mi color se fue disipando,
en un aliento le entregue mi alma…
En un beso que rajo mis labios, detuvo mi pecho
Y entrego mis sentidos.

Nuestros cuerpos se separaron 
Y el mío se hundió lentamente hasta el fondo del río. 
Los rayos del sol penetraban el agua 
Y ella continuaba ahí, flotando.
La seda de su vestido me trae calma en caricias…

-Y aquí estamos, justo como siempre quisimos…-
Esperando el momento propicio para fusionar nuestros cuerpos, flotar a la deriva en un mar infinito y sentir nuestra piel ante los elementos.

-Entre las aguas del río nuestras manos se sujetan firmemente.-


C.P